Poner estas dos palabras en un título debería de estar prohibido, ya os enteraréis según va avanzando la entrada en el blog las razones que me mueven a escribir esto.
Llegar tarde a los sitios implica que se hagan planes precipitados y como la que se portó mal fui yo, llegando ni más ni menos que media hora tarde a mi cita con Bárbara de «La despensa de Lucía», no me quedó otra que proponer otra opción. Ante la cosa de que Bárbara necesitaba hacer unas compras allí, propuse comer en IKEA, ya que me había enterado hace un tiempo de que tenían menú sin gluten. De esta manera matábamos dos pájaros de un tiro, hacíamos expedición y comprábamos cosas que nos hacían falta de por allí.
Llegas a IKEA, preguntas por el menú sin gluten, te cuentan lo que ofertan de una manera a la que todavía le hace falta algo de formación y de claridad y elijes… Estuvimos pensando en lo qué queríamos y qué era lo que verdaderamente distinguía al menú sin gluten del que lo tiene y fuimos incapaces de discernirlo. Yo quiero pensar que lo distingue simplemente el envasado, ya que la comida sin gluten te la sirven envasada y tienes que calentarla tú, para que los cocineros no puedan manipularlo en ningún momento.
A destacar el pan y el postre. El pan es muy rico y te lo sirven recién horneado porque por protocolo te lo preparan en el momento en unas bolsas especiales de horneado. La verdad es que tengo que reconocer que para ser un pan para celíacos está bastante bueno y me resultó muy familiar, creo que es el que usan también en los bocadillos de pans and company. De la tarta «glutenfri» poco hay que decir, me encanta el sabor de esa tarta, cuando está fresquita es una pasada. (Se pueden comprar las tartas enteras en la misma tienda y las tienen expuestas, pero es que es verdad, son monumentales). Es una tarta que directamente no tiene harina, la base es de almendras y luego lleva nata, chocolate y caramelo, vamos, que es un poquito perdición.
Por la tarde tuve el placer de asistir a una cata de productos de la marca Dulcesilvia en la tienda de «La despensa de Lucía», y ahora es cuando os explico la razón de que no deberían de ir en una misma frase las dos marcas. IKEA crea ese menú para salir del atolladero, no se van a mojar en crear buena cocina porque directamente no son un restaurante (aunque hay gente que piensa que los perritos son inmejorables y me da mucha envidia no poder probarlos), ni hacen por ello. Crean una opción para que pueda comer todo el mundo y a mi juicio eso no está tan mal. Todos estaréis conmigo en que uno no va a IKEA con la intención de probar maravillas culinarias y eso es lo que ofrecen, un sitio donde poder comer más o menos deprisa si vas a comprar y no te da tiempo a volver a casa o decides pasar el día allí. Lo de Dulcesilvia, en cambio, es la cara de la moneda, aquí pasamos a palabras mayores sin duda. Tuve la fantástica y maravillosa suerte de probar los dulces de esta gente y me fascinaron, es la antítesis al producto sin gluten de estereotipo. Ni hace bola, ni tienes que beberte algo para que pase, ni está seco per se. Es alucinante el saborcito casero que tienen las galletas, los bizcochos, las magdalenas… Y como todo sabe a todo sin que ningún sabor destaque y siendo completamente armonioso. Sólo os diré que volví al día siguiente corriendo a comprarme un bizcocho porque no me pude resistir al sabor que me dejó el día anterior. Se que es la primera vez que los pruebo, pero también se que no va a ser la última porque de verdad que hacía mucho tiempo que no tenía una sensación tan positiva comiéndome unos dulces sin gluten.
Es un gusto que ya no solo tengan la filosofía de crear cosas para que podamos comer, sino encima pensar y dejarse la sesera para que esté delicioso, que eso se agradece todavía muchísimo más. ¡MUCHÍSIMAS GRACIAS! 🙂
Para mí, están en la categoría de imprescindibles sin duda.
Si queréis acceder a las fotos hechas en IKEA…
Espero que os haya gustado mucho a todos la entrada.
Os mando un beso glutenfree a todos.<3