Todos sabemos que uno de los momentos más terroríficos para un celíaco es cuando le invitan a un cumple. Piensas en todos esos platos que no puedes comer, o bien esos platos que sí se puede pero están estrategicamente colocados para que cualquier miga caiga en el plato de turno y ya no puedas comerlo sin mirar en la patata que parece no haberse «contagiado».. En fin, que a pesar de los pesares y de la buena intención del que te invita, siempre es una paranoia y es una lástima, pero os prometo que no se puede evitar.
Os puedo asegurar que en mi caso nunca he tenido mala suerte, puede que me emocione pensando en todos las sorpresas que me ha deparado el destino y ver lo buena que suele ser la gente que tengo alrededor. Recuerdo bizcochos de madres de amigas mías hechos expresamente para mí, los txutxitos (bocaditos de nata) que siempre compra una amiga por su cumple, una tarta de galleta que supuso la decepción de otra amiga que no la ha vuelto a repetir a pesar de que estaba deliciosa, un brownie maravilloso que preparó la misma que me compraba los txutxitos, una tarta de chocolate sin harina que me preparó otra, pastelitos de Belén que todavía su recuerdo me hace llorar, una tarta de queso riquísima que tampoco tenía ningún tipo de harina…
No se, os prometo que lo que me importa siempre es la compañía y el hecho de poder estar con vosotros, pero veros en cada uno de vuestros cumples o en cada ocasión que voy a vuestra casa dejándoos la vista buscando todos los «sin gluten» del supermercado es algo que me emociona muchísimo.
En realidad esta entrada en el blog no la tendría que hacer yo, porque no soy la que se dejó las pestañas cocinando, pero sí que es cierto que una amiga me dio la idea de que contara la experiencia de «cómo integrar a un celíaco raruno en un cumple o reunión». Incluso tuvo la perspicacia de ir haciendo fotos según cocinaba para que luego yo os lo retransmitiera en diferido.
Aquí os voy dejando las fotos de cómo lo hicieron.
Las croques que hicieron, en concreto con una harina que lleva bicarbonato sódico incluido, la verdad es que estaban deliciosas, nada que envidiar a las gluteneras. El hecho de que la harina lleve incluido bicarbonato hace que al freírlas se queden más grandes, así que hay que cubrirlas muy bien de aceite, porque si no las tontacas se abren. 🙂
Una de las cosas que caracterizaba a ese cumple es que iba a estar plagado de sandwiches de nocilla y de jamón y queso. Ante la tesitura de que a mí me quería hacer algo por el estilo, cogió el mundo por montera y me hizo unos crepes (con la misma harina que las croques) rellenos de jamón y queso unos, y de nocilla otros.
Para postre hizo unos ricos muffins, unos de chocolate y otros de limón.
Con sinceridad, parecía que el cumpleaños era el mío y estos eran mis regalos. Es posible que haya habido pocas veces en las que me haya sentido tan halagada.
¡Muchas gracias a todos!. A los que tenéis tiempo, a los que no lo tenéis y aún así pensáis en mí, a los que os involucráis en que esté sanita y ya no sólo eso, que pensáis en que lo que me preparáis esté bueno y sea riquísimo (las empresas alimentarias que hacen cosas sin gluten a no suelen hacerlo tan bien como vosotros).
Se os quiere mucho, a todos y a cada uno de vosotros.
Espero que os haya gustado la entrada. 🙂